Vengo a por ti.

Parece que los días dejan de ser amargos, eternos, y aunque parezca poco creíble, fríos. Ya empezaba a necesitar de tu calor, eres de los pocos que me hacen olvidar toda esta historia. Sigo sorprendida con tu actitud, tan solidario emocionalmente, te duelen mis palabras y aún así sigues ahí. Sigues con tu constancia diaria en ganarte mi corazón, y si se puede, mi cabeza mareada. Odias mis pensamientos a todas horas, que me quede pensativa mientras estamos juntos, mis idas de cabeza..pero en esos casos, tú no te enfadas, sino que con una sonrisa en la boca y un poco de humor me llamas la atención, y lo haces así porque sabes que estoy dentro de un pensamiento que me hace daño, el de todos los días. Y admiro aún más tu fuerza de voluntad en aguantarme los ratos molestos, esos ratos irritantes que tengo a menudo, pero tú no te quedas con ellos, sino con esos que tenemos (también abundantes), en los cuales no paramos de reírnos y de hacer tonterías de amigos, esos dos mejores amigos que nunca hemos dejado de ser.

Quizás esa es nuestra fórmula secreta, la amistad que nos une. Sería incapaz de hacerte daño a propósito, pues antes de que me besaras aquel día teníamos un buzón lleno de días borrachos donde brindan la amistad y la confianza. Por eso y mucho más, me apetece recordarte que te quiero, tanto como amigo, como persona que ha pasado la raya sentimental.